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La palabra optimismo es reciente, no tiene más de 300 años y proviene de una obra del filósofo y matemático alemán del siglo XVII Gottfried Leibniz, en la que reseña que el mundo en el cual vivimos dentro de todas las posibilidades, es el mejor.

El optimismo es el sinónimo preferido de la perseverancia, del buen estado de ánimo, de la fe en el futuro, de la fe en nosotros mismos y los demás; todos componentes claves del buen liderazgo.

El optimista siempre ve ventajas y posibilidades, mientras que el pesimista ve inconvenientes, desánimo y dificultades. La mayor parte de las personas exitosas son optimistas y las fracasadas son pesimistas. Desde que se ha popularizado, la palabra ha traído mayor progreso a la humanidad en el sentido tecnológico.

Cuando se coloca un punto negro en un pizarrón blanco y se pregunta a las personas que es lo que ven u observan. El 99% responde un «punto negro». Muy pocas responden un «pizarrón blanco», el cual es mucho más grande y racionalmente deberían mencionarlo en primer lugar.

Como que estamos más preparados para ver los defectos que las virtudes. Es lo mismo que ver el vaso con agua medio vacío o medio lleno, son iguales las expresiones y los vasos también, pero una respuesta refleja pesimismo y la otra optimismo.

La mayor parte de personas exitosas del mundo son optimistas. El optimista puede trabajar con todos y cree en las posibilidades de todos. El pesimista tiende a encerrarse en si mismo y no cree en nada ni nadie.

Winston Churchill solía decir: «Un optimista ve una oportunidad en toda calamidad, un pesimista ve una calamidad en toda oportunidad».

El optimismo es gratis, pero le cuesta a la mayor parte de las personas poseerlo. Mientras las personas optimistas tienen proyectos, ideas, amaneceres; las pesimistas casi siempre tienen excusas, pesadez y anocheceres permanentes.

La interpretación de las posibilidades para uno u otro mucho depende de sus esquemas mentales y de sus perspectivas para ver las cosas.

El optimismo es el combustible del bienestar

Si logras desarrollar un espíritu optimista será más fácil que veas oportunidades donde no estaban. El optimismo te puede ayudar con las metas que te propones porque es el primer paso. Luego, optimistamente, los otros pasos serán muy fáciles.

Las personas que caen en depresión, pierden el optimismo y pierden el combustible de sus objetivos. Puedes ser inteligente, apuesto, culto, pero sin optimismo, es como un automóvil que no tiene combustible y que siempre estará estacionado en un garage.

Todos deseamos tener un auto de «último modelo», pero nuestro auto, poco a poco será un modelo antiguo si se pierde el optimismo.

Se dice que una persona optimista mira a los ojos porque así puedes conocerte más a las personas y sus bondades. En cambio, el pesimista mira a los pies, como si tuviera vergüenza o no sabe hacia dónde dar su próximo paso.

Para las personas pesimistas casi siempre hay una sola solución o un sólo camino y éste, además, se encuentra bloqueado y lleno de obstáculos que parecen imposibles sobrepasar. Pero para las optimistas el futuro es abundante en posibilidades, inclusive cuando ni siquiera son aparentes.

Tu decides que punto de vista tener.

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